martes, 26 de noviembre de 2013

¿Qué spin-off de Boardwalk Empire te pides?


SPOILERS de la cuarta temporada de Boardwalk Empire 

De nuevo entre lo emocionante y lo frustrante se han despedido los años 20 de HBO, esta vez con un plus de anticlímax. Boardwalk Empire aún pasa por ser una de las series mejor situadas en todo ranking televisivo a pesar de no hacer ningún ruido en redes sociales ni en las a veces oportunistas entregas de premios, algo que no supondría ningún problema si no fuera por su cargante inmovilismo. Nucky Thompson empieza y acaba toda temporada en el mismo punto, demostrando su superioridad mafiosa y librándose de sus enemigos, excepto por alguna difícil decisión casi siempre relacionada con cargarse a alguien o no. Sin embargo, hay pocas pegas más que podamos ponerle los incondicionales que hemos llegado hasta aquí: remata sus ideas sobre el hombre hecho a sí mismo, la responsabilidad, el poder y la familia a la perfección, y es quizá la serie más disfrutable visualmente, además de sus grandísimos personajes. En eso sí ha destacado la cuarta temporada, en la genial creación y evolución de sus fichajes secundarios. ¿Qué spin-off de Boardwalk Empire os pedís? Aquí os dejo algunas propuestas. Aviso para  navegantes: he pasado de Chalky White, genial interpretación de Michael K. Williams pero prota con poca chicha.


Nelson Van Alden

De prohibicionista convencido a mafioso de corazón. Ése al que hoy conocemos como George Mueller, miembro infiel de la camorra dueña de Chicago, fue años atrás Nelson Van Alden, el agente del gobierno que, recién llegado a Atlantic City, se convirtió en la pesadilla de Nucky Thompson. ¿Qué mueve al personaje interpretado por Michael Shannon? Está claro que el suyo es el protagonista más extremo, más críptico e incomprensible, también tremendamente adictivo. Pese a abandonar pronto la primera línea de Boardwalk Empire, su deriva se consagró como una de las más interesantes y más simbólicas sobre el hombre de la época. ¿Qué hizo de alguien de tal fundamentalismo un criminal sin escrúpulos? Quizá que son conceptos más cercanos de lo que parece. Van Alden aplicó sus creencias siempre en sus propios términos y beneficio, abusando, manipulando, asesinando, y cuando suerte y fe le dieron la espalda por un momento, decidió vivir su ley interesada y despiadada. Scorsese, are you there?

Gillian Darmody

"¿Por qué pueden hacer los hombres todo lo que les dé la gana?", dice la madre de Jimmy Darmody cuando se la llevan presa por asesinato. Pues qué razón tienes, Gillian, pero qué mal te lo has montado. Si Van Alden es una desviación muy sintomática del modelo masculino de los noir años 20, el de Gretchen Mol es sin duda el mejor personaje femenino de la ficción. Con ella se haría Todd Haynes una buena Mildred Pierce más sangrienta sobre cómo acaban las mujeres con inquietudes y ambiciones que toman el cuestionable camino de los hombres para realizarlas. Mucho pero que ellos, dónde va a parar. Gillian Darmody, juguete sexual de un hombre poderoso, madre a los 12 años y amante de su propio hijo, al que veía como alguien de su generación, desarrolló una comprensibilísima aversión hacia el género masculino, del que algo aprendió pero que no le permitió vivir sin el paraguas de su belleza y sensualidad. Cuando perdió su objeto y fuente de deseo (primero su hijo, después su lupanar), se lanzó a una azarosa manipulación de los hombres, con más suerte que maña, hasta que la traicionó el advenedizo que parecía que la quería. Antígona, baja, que sube Gillian.

Al Capone

Un spin-off que da para biopic, aunque ya sabemos que a la serie de Terence Winter se le da especialmente bien pasarse la Historia (con mayúscula, la que se estudia) por la piedra. El mismo creador ya dijo que había cambiado el apellido de Enoch Johnson, que existió en la realidad, por Thompson para que los espectadores no se espoilearan en Wikipedia. Cuando hay buenas fórmulas del cine negro como en Boardwalk Empire, la Historia se lo dejamos a ella, a la Wikipedia. Uno de los personajes que más ha dado siempre que hablar en la serie ha sido el de Al Capone, al que vimos como un italoamericano gallito y segundón hasta que oímos su nombre y que se ha ganado a pulso acabar siendo uno de sus memorables protagonistas. La ficción nos descubre a esta leyenda de la mafia como tal vez no imaginábamos: un hombre carismático, divertido, ambicioso, valiente, familiar, visceral y muy peligroso. Que no nos extrañe, que si de algún sitio viene eso a lo que ya estamos tan acostumbrados del villano simpático es del cine negro. Por cierto, si hay más Al Capone, que lo siga interpretando Stephen Graham

Sally Wheet 

Un homenaje a esta última y discreta temporada. Como comentaba antes, lo anticlimático de la cuarta entrega se compensa con el rumbo interesantísimo de los secundarios, un gran reto para una serie tan coral como la de HBO y del que ha salido triunfante. Sally Wheet es un excelente ejemplar al respecto, y eso que teníamos algunos recelos hacia el fichaje de Patricia Arquette, con un papel primerizo pero estelar en Boardwalk Empire y del que hemos acabado queriendo saber mucho más. ¿Cuál es el pasado de Sally Wheet, que tan pronto te sirve una copa como te parte la nariz de un puñetazo o te organiza el tráfico ilegal de Florida a Atlantic City? El nuevo romance de Nucky Thompson ha destacado por cambiar de tercio en lo que a mujeres protagonistas se refiere: de la mojigata, pusilánime, hipócrita y arribista de Margaret Schroeder (personajazo y gran interpretación) a la audaz, independiente, resolutiva y sensual Sally Wheet. ¿Se llevará Patricia Arquette un inusual premio gordo de la serie? Lo merece. 

Richard Harrow

Acabamos con la que, tristemente, tendría que ser una precuela. Richard Harrow, uno de los protagonistas imprescindibles de Boardwalk Empire, tal vez el más reivindicado, ha llegado al final de su camino. Como aquello que dicen de los fantasmas, ha dejado todo atado para poder partir con orgullo de su redención final. El interpretado por el hasta entonces desconocido Jack Huston fue de la serie el personaje más castigado, al que las heridas de la guerra (de esto también podría hablar mucho el James Darmody de Michael Pitt) inmunizaron para cualquier sangrienta misión. Un hombre sinceramente bueno, quizá el único de la ficción, cuyo error fue no escoger con tiento a quién debía ser fiel, siempre en la encrucijada entre el deber a los que le dieron cobijo, la culpa ante sus manos manchadas de sangre y la resignación a un futuro nada próspero. Llevó a las últimas consecuencias su compromiso hacia el pequeño de los Darmody, su encargo final, el más honrado. 

* Canal + emite actualmente en España la cuarta temporada de Boardwalk Empire

martes, 19 de noviembre de 2013

¡Downton Abbey, poséeme!


 SPOILERS de la cuarta temporada de Downton Abbey 

El día en que Shonda Rhimes y Julian Fellowes compartan el espacio comprendido entre cuatro paredes se romperá la televisión. Pensaba que nadie como la creadora de Anatomía de Grey y Scandal podría hacerme tan feliz y avergonzado al mismo tiempo, pero lo que hace el dueño y señor de Downton Abbey me perturba muchísimo más. Olivia Pope va de cara, la ves venir, pero el conde de Grantham te pilla por la espalda y te la mete doblada; Scandal se toma muy poco en serio (no hay más que ver los tuits del equipo de la serie en las noches de episodio), Downton Abbey va de elegante y no pasa de ser un culebrón muy bien producido pero bastante burdo y tramposo en ocasiones (es el efecto de lo made in UK, además del boom crítico que ha tenido siempre la ficción en Estados Unidos). Y lo que es peor, nosotros nos lo creemos. Yo, incondicional absoluto de James Ivory y su Regreso a Howard’s End, de la Sentido y sensibilidad adaptada por Emma Thompson, yaciendo con Downton Abbey cual victoriana con highlander. Pero vamos, que me encanta; ya le gustaría a muchas series presumir de ese nivel y llevarse al público y a los especialistas de calle como ella. La cuarta temporada me ha marcado otro gol; la comencé entre el estupor de la escabechina anterior y he acabado sonriendo y llorando de emoción en pleno mercadillo de los Grantham. Me abandono. ¡Downton, poséeme!

La cuarta temporada de la serie ha devuelto a Fellowes algunas de las críticas más feroces en lo relativo a sus giros de guión. La violación que sufre Anna Bates por parte de un empleado de Lord Gillingham, nuevo love interest de Lady Mary, dejó a todos con la boca abierta y a muchos con un cabreo de narices. El guionista de Downton Abbey, que siempre ha evitado los lugares comunes culebronescos, rematando con decisiones originales, trata con su particular frivolidad (en casa de Robert los problemas duran poco más de dos capítulos, sobre todo por el tiempo que transcurre en la serie entre ellos) un tema que ya muy pocos se atreven a tocar, el de la violencia sexual, por peliagudo y por viejuno en lo que se refiere a la ficción. The Fall nos regaló hace unos meses varias lecciones sobre cómo abordarlo sin caer en el morbo o el victimismo, y lo cierto es que el culebrón de ITV no se lo ha montado mal. El creador de la serie se lió la manta a la cabeza con una trama que nadie esperaría, que todos criticarían y de la que sabría salir, una vez más, a la perfección. El respeto con el que se rodó la escena (a puerta cerrada, a lo Hitchcock en Frenesí) y esa distancia emocional a la que acostumbra Fellowes sirvió para hablar de forma transversal de la fortaleza del matrimonio Bates y del lado más oscuro del mayordomo. 

Algo similar vivió el equipo de Downton Abbey tras la emisión de su último capítulo navideño, en que protagonistas y espectadores tuvieron que despedir a Matthew Crawley, esposo recién parido de Lady Mary, en un accidente de coche mortal. Una decisión muy acertada teniendo en cuenta las limitadas opciones que les dejaba la marcha de Dan Stevens, desagradecido con la ficción que le había dado la fama. Julian Fellowes volvió a demostrar ahí un gran sentido televisivo: sabe dar a su género y a su audiencia lo que quieren, sabe ponerlos en posiciones morales muy comprometidas (y sí, también vergonzantes) y sabe además salir de ellas con una maestría que daría envidia a productores más laureados. Por no hablar de cómo ha puesto a punto y ha mandado fuera de las Islas, y en época de crisis, una fórmula que siempre se ha prestado a debates sobre el clasismo; como muestra la simbólica imagen partida que sirve de cabecera, son los de la planta de abajo los que mantienen Downton Abbey en pie. Cuestiones como ésta convierten a Fellowes en uno de los showrunners con mayor proyección pese a su edad, y sobre todo, a aquello que merece un buen pulido, desde los personajes de un inmovilismo insoportable (Patmore y su aburridísima cocina) a los que sirven de diana para toda desgracia (los Bates por delante). Pero insisto: ojalá todo fueran placeres culpables si ser un placer culpable es ser Downton Abbey. 

jueves, 14 de noviembre de 2013

American Horror Story Coven s03e06. Witch up!


SPOILERS de The Axeman Cometh, de AHS: Coven

El sexto episodio de American Horror Story: Coven bien puede ser un crossover referencial de las dos primeras temporadas de la serie; casa encantada meets asesino en serie. La ficción vuelve a demostrar en The Axeman Cometh que sabe homenajear como pocas toda la historia occidental del terror en imágenes. Lo paranormal, que el equipo de Murphy y Falchuk utilizó para hablar de los fantasmas (en su sentido más literal) que amenazan a la familia norteamericana, y la crónica negra, que sirvió en Asylum para mostrar lo a veces hipócrita de la hemeroteca yanqui, se unen en un episodio de transición entre la guerra de las brujas más que entretenido. En él veremos cómo las teenager witches de Miss Robicheaux deciden tomar los mandos de la academia ante la desaparición de Madison y la batalla interna que culminó en la hoguera de Myrtle Snow sin saber que encontrarían un nuevo enemigo… Fiona y Cordelia lidian mientras tanto con sus problemas personales; la Suprema se enfrenta al cáncer, que la supera según la jefa advenediza, Zoe, va siendo consciente de sus poderes (supimos en The Replacements que cuando florece la nueva se marchita la anterior); su hija lucha por aceptar la ceguera que le causó el ataque de la noche de Halloween y que le ha dado un nuevo poder. Ya no hay paz ni tregua para los enemigos, sobre todo si hablamos de ellos en género masculino.

Nueva Orleans, 1919. AHS vuelve a esos prólogos en forma de flashback que nos dejan perlas acojonantes, escenas de premio e incluso retratos históricos reflexivos para los espectadores gafapastas que haya por ahí. En esta ocasión nos cuenta la historia de El hombre del hacha (Danny Huston), un asesino en serie de la época que amenaza con eliminar a aquellos que no dejen sonando un disco de jazz durante la noche, a lo plaga bíblica. Los encargados del episodio, Douglas Petrie al guión y Michael Uppendhal a las cámaras, se han lucido con esta transformación terrorífica de la ciudad, normalmente asociada al buen rollo musical y al Mardi Gras: creando un criminal obsesionado con el jazz. Volviendo al argumento, las residentes de Miss Robicheaux, lideradas por una joven Grace Gummer, deciden cargárselo en una buena acción de sus poderes (y entre alguna referencia al sufragismo femenino). ¿No os recuerda la composición del primer acto a Home Invasion, el capítulo en que una enfermera es asaltada en el que años después será hogar de los Harmon? Y no es ése el único guiño, inconsciente o no, de The Axeman Cometh a aquellos episodios inciales de la serie…

El ático, también un lugar simbólico de la primera AHS, será donde Zoe encuentre el cadáver de Madison. Antes de este macabro descubrimiento, la hechicera intentará animar a Queenie y a Nan (con un divertido "Witch up!", el "Man up!" de las brujas) a tomar las riendas de la situación y a usar sus poderes para averiguar el paradero de su amiga. Sirviéndose de una ouija, harán un siniestro trato con el espíritu de El hombre del hacha: ellas le devuelven a la vida, él les lleva hasta lo que queda de la bruja celebrity. Spalding, el mayordomo, que esconde su cuerpo en el ático (¡muy buena idea la del equipo: volvemos a escuchar la voz del pobre Denis O’Hare, que ha dado esta vez con un personaje mudo, gracias a la clarividente Nan!), les hará creer que él fue responsable de su muerte en un acto de necrofílica perversión (el perturbador momento sexual, siempre a punto) y no Fiona. Con la ayuda de Misty Day (tenemos nueva canción de Stevie Nicks, Leather and Lace), Zoe y sus compañeras resucitan a Madison. ¿Qué ocurrirá cuando sepan que tienen en la Suprema a una feroz enemiga? ¿Se aliará Goode con El hombre del hacha, decidido a seducirla?

No serán Spalding y el sádico asesino del hacha los únicos hombres a los que el aquelarre tendrá que plantar cara. Descubrimos por fin que Hank, el marido de Cordelia, es realmente un cazador de brujas, un topo de Marie Laveau en el interior de la academia. Tanto enamorar a Cordelia como seducir y matar a Kaylee (Alexandra Breckenridge), otra hechicera acusada de quemar a su prometido como revancha por abandonarla, eran obras de la bruja negra, que ahora le encarga eliminar a las chicas de Miss Robicheaux. ¿Será capaz de intentarlo o está realmente enamorado de Cordelia? Por el momento, la hija de Fiona ya se ha percatado de que Hank tramaba alguna traición y le ha vuelto la espalda. En una condena tan mitológica como almodovariana, Cordelia se convierte en una ciega con un poderoso sexto sentido, que le concede visiones de lo que los demás le ocultan, ya sea la traición de Hank o la de su madre, que mandó a Myrtle Snow a la hoguera en una sádica decisión. Un simbólico giro que la acerca a las demás brujas, que la obliga a abandonar su lado más racional y pacífico y a dejarse llevar por el instinto, el despecho e incluso la venganza. ¿Ha cedido Cordelia a su peligrosa naturaleza? ¿Qué papel interpretará, ahora liberada, en la guerra racial y de género que está a pocos capítulos de distancia?

Os dejo con la promo del próximo capítulo, The Dead.


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lunes, 11 de noviembre de 2013

Hello Ladies y otras lecciones de pagafantismo


Que te comparen con el protagonista de Hello ladies en mi barrio es pelea. Es por eso que he decidido no empezar el post con un 'Stuart Pritchard somos todos', porque aprecio mi reputación y mi vida. El personaje creado e interpretado por Stephen Merchant, colega de guiones de Ricky Gervais en The Office y Life's Too Short, para su incursión en la industria yanqui es feo, antipático, superficial, egocéntrico, irritante y tremendamente vergonzante. Ni siquiera Hello Ladies, comedia de HBO sobre un inmigrante británico residente en Los Angeles en obsesiva busca de revolcón, es una gran serie (lo mejor es el personaje, más empático y menos extremo, al que da vida Christine Woods, Jessica, una acabadísima actriz en la treintena, vacilada constantemente por su follamigo), pero vuelve a enemistarnos de forma perturbadora con ese pagafantas que todos llevamos dentro y que series de los últimos años como Louie, Girls o The Mindy Project han venido a presentarnos. El punto de inflexión de este amplísimo género romántico, tanto para hombres como para mujeres, ha sido Dates. La ficción británica es el mejor ejemplo de aquello que el sociólogo Zygmunt Bauman describió como amor líquido, la dificultad de las relaciones sentimentales en la actualidad (véase la trilogía Antes del…, de Richard Linklater). Las fórmulas románticas televisivas han explorado siempre esos caminos, pero ahora se actualizan para alertarnos también sobre la dependencia emocional. 

¿Ha muerto entonces el género de 'citas'? Más bien ha sido sodomizado, que algo de falta le hacía. La evolución de la comedia romántica desde un hito como Sexo en Nueva York es una de las más interesantes, pues ha renunciado al tono más insano del género, el amor como la solución a todos los males, pero no al retrato de las relaciones sentimentales, a las que pone en sintonía con el sexo, la amistad, la familia o el trabajo. Incluso los acercamientos más clásicos de los últimos años, desde Friends a Cómo conocí a vuestra madre pasando por Coupling o Happy Endings, han sabido adaptarse a las críticas que recibían estas series consideradas 'de' y 'para' chicas tirando de personajes masculinos tan zumbados como Ted Mosby o chicas tan pasotas como Max y Caroline, de 2 Broke Girls. La fiebre de comedias creadas y protagonizadas por chicas que vivimos hace un par de años, lideradas por New Girl y las camareras de CBS, calló algunas bocas en la reinvención del género y cambió el 'necesitamos novio' por el 'podemos vivir sin vosotros'. 2 Broke Girls es una rara avis pues nunca existió el factor romántico, solo la superación personal y laboral de sus protagonistas; la británica Miranda y The Mindy Project también son apuestas curiosas: Bridgets Jones que lidian con sus complejos y que se enfrentan al amor y al sexo sin exclusividades.

Lo antirromántico también es el nuevo romántico para los chicos, de forma más desenfadada y a veces también más crítica y arriesgada. Series como Queers as Folk, Louie, Hello Ladies o la australiana Please Like Me han sido muy acertadas a la hora de señalar nuestras vergüenzas, desde la dependencia sentimental al valor social del sexo. Pero la palma en lo de realista e incisiva ha venido a llevársela, y aquí me la juego, Girls, una de chicas; la caótica reflexión de Lena Dunham es la que más verdades se atreve a decir acerca de las relaciones entre los jóvenes hoy en día. Hannah Horvath y sus amigas vuelcan en el amor y en la amistad todas sus inseguridades, heredadas de la familia, del panorama laboral en época de crisis y de las exigencias de la sociedad, demostrando el poco tiento que tenemos para manejar esa necesidad de cariño y sobre todo aprobación que nos convierte en animales egoístas, acomplejados y obsesivos. Aún así, el protagonismo femenino está todavía muy reñido con las buenas reviews, que en gran parte ven en estas series solo una vuelta de tuerca, más histérica, eso sí, a una fórmula que no deja de buscar novio. ¿Le ha servido al género pasar por la consulta del psicólogo? Bauman diría que sí.