miércoles, 5 de octubre de 2011

Silk; excesos de justicia

En una época en que la justicia se decide a cuchilladas en un apartamento (véase Damages) o a base de intrigas de despacho (véase The Good Wife) oír eso de que uno es inocente hasta que se demuestre lo contrario suena un poco a chino. Y aunque vemos que los chicos de Silk tienen mucho afán por demostrar que son los más justos de la tele, al final acabamos viéndole lagunas al tema de la imparcialidad. Y no porque el drama legal que la BBC estrenó a principios de año no se lo tome en serio; el bufete londinense de Shoe Lane se deja del rollo sangriento y emocional, eso que parece darle vidilla a los tribunales yanquis, y se mete de lleno en cómo manejan los barristers ingleses los efectos contradictorios de un superávit de honradez. Parece que los de la cadena pública se empeñan en cagarse en todo lo políticamente correcto que han construido durante tantos años (véase también The Hour); ahora van y nos dicen que el camino de la justicia no tiene por qué ser precisamente el mejor.


Y mucho más mérito tiene que Silk haya vencido las barreras culturales y sea reconocida en Estados Unidos como una de las mejores series de abogados ever. O al menos eso dice Sarah Palin sobre la serie de Peter Mofatt... Y en el caso de que este argumento no os convenza del todo, os diré que Martha Costello (increíble Maxine Peake), la prota de la serie, compite en adorabilidad y pasión en su trabajo con la mismísima Alicia Florrick, que no es moco de pavo. En su carrera por conseguir un puesto Silk (algo así como un importante fiscal de defensa), Costello nos muestra lo complicado que es querer a ayudar a tus clientes cuando tienes que tomarte la ley al pie de la letra. Peor aún si tienes que lidiar con conspiraciones de bufete, que los de Shoe Lane son ingleses pero ni un pelo de tontos; el abogado Clive Reader (Rupert Penry-Jones, Match Point) es capaz de aliarse contra su propio jefe, Billy Lamb (Neil Stuke), para quitarle el curro a Martha, aunque implique hundir al resto de compañeros por el camino. Nada que envidiar a Lockhart & Gardner, vamos.

Y sí, ya sé que las comparaciones son odiosas… La inglesa es lo suficientemente grande por sí misma, pero no viene nada mal alabar las similitudes entre Silk y The Good Wife (el legal más prestigioso y perspicaz de la pantalla actual) si podemos arañar algún visionado más para la de la BBC, uno de los grandes estrenos de la pasada temporada, y el más desapercibido. Silk deja a la Florrick malparada en su visión de lo justo y en la sutilidad en las relaciones entre el abogado y su caso: el piloto es toda una declaración de intenciones al plantear lo injusto del “inocente hasta que se demuestre lo contrario”; conmovedor el proceso en que Martha debe desacreditar a una chica violada ante los tribunales cuando ella acaba de quedarse embarazada; curiosísimo el juicio en el que Costello idea una estrategia de defensa para el acusado al que debe condenar… Donde las grandes tramas criminales y los conflictos políticos a los que estamos acostumbrados son márgenes de la ley, Silk es pura reflexión sobre los excesos de la justicia.

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