jueves, 5 de mayo de 2011

Proyecto Deadwood (I), o así se las gastan los yanquis

Deadwood es al western televisivo lo que Sin perdón es al cine del oeste. Así, a pelo. Y no sólo por sus similitudes temáticas y situacionales; Bonanza, ejemplar catódico clásico del género, también tiene pistolas, sombreros de cowboy y caballos y es incomparable a La diligencia de Henry Ford. Deadwood puede ser vista como un homenaje a las pelis de vaqueros, sí, pero es imprescindible como la prueba de que el género norteamericano por excelencia puede ser trasladado a la pequeña pantalla con todo su poderío dramático, formal y cultural. Y es que el lejano oeste de la HBO, además de prometer tiros, ahorcamientos, indios y chupitos de bourbon, es decir, una muestra de cómo se las gastaban los amigos de Billy el Niño a finales de 1800, nos cuenta mucho, lo más oscuro y sangriento, de la historia americana. Como una peli del oeste de las buenas, vamos.

Así como Curro Jiménez se mereció a golpe de trabuco ser el relato fundacional de lo cañí (las referencias al far west castizo acaban aquí; me niego a mencionar Tierra de lobos y El secreto de Puente Viejo), la ciudad real de Deadwood, en Dakota del Sur, tuvo suficientes pistoleros y buscadores de oro para ser hoy el referente televisivo más fiel y entretenido de la conquista del oeste. Y eso que la serie de la HBO no es el primer acercamiento de la "caja tonta" al western; desde la ya citada Bonanza o Daniel Boone a algunos intentos más fallidos, más noventeros y más cercanos a otros formatos como el culebrón o la soap-opera (La doctora Quinn, por no mencionar la setentera La casa de la pradera), el maromo-policiaco (Los siete magníficos, adaptación de la película de Brynner y McQueen que parece una continuación de Pacific Blue a caballo) o el detectivesco-whodunit (El revólver maldito), ninguna serie ha sido capaz de insuflar vida a este género muerto como Deadwood.


Lo curioso es que Deadwood da una vuelta de tuerca al género y nos aleja de la mitología westeriana para acercarnos a la construcción de los Estados Unidos en su realismo más puro y descarnado. Aquí no faltan héroes, villanos ni damas en apuros… pero casi. El peso de la serie recae en unos personajes un tanto llevados al límite, pero de inspiración real: Seth Bullock (enorme Timothy Olyphant), a la cabeza de los buenos como sheriff resabiado que abandona la estrella; Al Swearengen (Dios salve a Ian McShane), de los más malos ever; y Alma Garret (Molly Parker), viuda alegre enganchada al láudano. Además, como en todo western que se precie, tampoco falta el cruce entre la ley, la costumbre y la justicia, el amor imposible y la redención… Eso sí, todo ello desde una mirada de vuelta de todo, muy crepuscular, muy trágica... pero mucho más real. Y es que Deadwood, al fin y al cabo, es eso; no es un western clásico, pero es un western real. Deadwood es el western de lo real.

2 comentarios:

  1. Realmente yo no sé por qué se ponen tan trágicos si ganaron... Anyway, es una serie que me apetece mucho ver! Gran post.

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  2. Jejeje es que antes de ganar las pasaron muy putas. Seguro que te gusta... es dura y densa, pero está en mi top ten jeje y los personajes molan un montón (Alma Garret te va a encantar)... Y lo más curioso es que existieron de verdad!!
    Un saludo!!

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