jueves, 26 de mayo de 2011

The Chicago Code y la receta del género

A Shawn Ryan se le ha cortado la mayonesa. Y es que las series de género requieren una mezcla muy precisa en un panorama televisivo tan saturado como el de hoy. Los géneros catódicos siguen muy muy vivos, pues aunque no convenzan del todo a la crítica, son los más agradecidos para el público, que en su mayoría prefiere lo “malo” conocido a lo bueno por conocer. El productor estadounidense, consagrado por la aclamada The Shield, ha tenido en cuenta la receta para su nuevo acercamiento al drama policiaco, The Chicago Code; debes tratar las convenciones genéricas con una perspectiva original para destacar sobre el resto, pero si te pasas de innovador, luego te llaman moderna. The Chicago Code, estrenada por Fox a principios de febrero, ha sido una digna actualización de la mitología policial televisiva, con buenas referencias, buenos personajes y líneas de continuidad interesantes. Lo bueno de esto es que entretiene seguro. Lo malo, que nadie se muere por verla. Resultado: cancelación en la primera temporada.

Y eso que la serie tiene una jefa de policía de Chicago (Jennifer Beals – la prota de Flashdance pistola en mano a sus casi cincuenta años es un visionado imprescindible) muy justa y a la que no le da miedo dar un par de guantazos, que deja su vida personal a un lado por su trabajo; un concejal corrupto, malo muy malo, pero con mucho carisma; una familia honrada de policías, los Wisocky, a los que amenaza la sombra de la corrupción (tema tratado en otra serie de género actual, Blue Bloods); el infiltrado a punto de ser descubierto, incluso los compañeros de patrulla que terminan a partir un piñón (sí, también hay mucho de buddy film, de Alma letal a Dos policías rebeldes) o acaban enamorándose.

The Chicago Code tiene todos los ingredientes para que se les haga la boca agua a los incondicionales del género. Pero son los momentos en que la serie huye de lo estrictamente policiaco cuando sobresale como un ejemplar sui generis; The Chicago Code guarda la genialidad en su propio título. Apuesta por un enfoque localista chicago-castizo que lo aleja de la mitomanía de las ficciones policíacas y lo acerca a lo realmente oscuro de una ciudad. Mientras otras series intentan salvar al mundo del terrorismo, cliché en el que caen hasta los dramas policiacos más planos (es muy duro que Los hombres de Paco pretendan evitar atentados cuasi mundiales), Shawn Ryan se sale por la tangente.

The Chicago Code elige un lugar representativo, cultiva visualmente su propia intrahistoria (esos flashbacks a lo The Black Donellys aportan cierto respaldo cultural a la serie) y se centra en la institucionalización de la corrupción (Ryan revitaliza el género en su acercamiento argumental a The Wire o Los Soprano), algo que ocurre hasta en las ciudades que salen por la tele. Además, la serie actualiza sus estereotipos con un enfoque de raza y género: el jefe de policía es una mujer, y mestiza, al igual que gran parte de su equipo, el político poderoso es negro, la pareja sentimental es interracial… Son este tipo de detalles socioculturales los que ponen a punto cualquier producto para el espectador de hoy en día.


Sin embargo, han sido las pequeñas cargas genéricas las que han llevado a la serie a la cancelación. La conclusividad de cada episodio lastra el desarrollo de los personajes, que son lo realmente atractivo de The Chicago Code, como la soledad de Teresa Colvin o la relación de Wisocky con su prometida y su ex mujer, y de las líneas de continuidad; el hecho de que en cada capítulo resuelvan cada caso provoca que el bando enemigo, encabezado por el concejal, quede siempre desdibujado. El panorama televisivo de los últimos años, pensando en CSI: Las Vegas respecto al género policiaco, True Blood al fantástico o The Good Wife al legal, ha demostrado que son precisamente esas pequeñas violentaciones de lo tradicional las que hacen que una ficción sea recordada por ir a la vanguardia del género... Y The Chicago Code tiene demasiado de tradicional.

2 comentarios:

  1. O sea, que la carrera de Jennifer ha reflotado un poco... Otro gallo le hubiera cantado si no se hubiera operado ese magnífico caballete.

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  2. Jajaja estás en todos lo detalles, eh. Lo cierto es que esta mujer ha hecho muchas cosas (me ha impactado descubrir que la nominaron/ganó un Globo de Oro), y la verdad es que actúa muy bien... Y se conserva que no veas, para tener casi cincuenta castañas...
    Muchas gracias por el comment :DDD

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